viernes, 20 de diciembre de 2013

Relato navideño de dos amigas

En la entrada de hoy del blog de Coquetas Valladolid, os vamos a contar una historia que esperamos nos haga reflexionar a todos.
 
 
Ana y Lucía son dos amigas de Valladolid que salen de casa  a la misma hora (eso si, previamente invertidos sus diez minutos rascando el hielo del parabrisas), van a hacer las compras navideñas a diferentes tiendas pero que están a la misma distancia en kilómetros de sus respectivas casas, llevan el mismo vehículo, van a la misma velocidad pero ¿por qué Ana ha llegado a casa dos horas antes que Lucía?. ¿Por qué en la cena de familia (o seres queridos, cada uno que elija con quien pasar las fiestas) el look de Ana causó sensación y el de Lucía no tanto?. Y sobre todo, ¿por que Ana está completamente satisfecha de las compras que ha realizado y Lucia no tanto?.
 
Veamos el porqué.
 
 
 
¿Por qué tras terminar las compras navideñas, Ana llegó dos horas antes a casa que Lucia?.
 
Ana realizó las compras navideñas en un comercio local y con ello evitó perder dos horas entre colas en probador y caja. Vale, ese tiempo de espera te puede dar para obtener las mejores marcas en el “Candy Crush Saga”, retuitear 1000 tuits, o preguntarte como son capaces de aguantar de pie durante horas, a una sola pata, determinadas aves, etc...
 
 
 
Con esas dos horas que se ahorró, Ana pudo pasar más tiempo con su hija.  El mes estaba siendo duro y casi no había pasado tiempo con ella. Al salir de la tienda, decidió comprar un puzzle y se pusieron las dos a montarlo. Por cierto, el puzzle lo había comprado en una tienda del barrio, mientras volvía a casa.
 
¿Por qué en la cena de navidad en familia, el look de Ana causó sensación?.
 
Fundamentalmente por dos razones. Primero porque era bonito y segundo porque nadie llevaba el mismo. Lo había comprado en una tienda del barrio, donde sabía que tenían un amplio tallaje y siempre encontraba lo que quería.
 
El de Lucía era igualmente muy bonito, pero también lo habían considerado así, semanas antes, su cuñada de Logroño y la de Salamanca. Las tres iban iguales porque lo habían comprado en la misma cadena J .Entre canapés y langostinos, se miraban (con ese modo “escáner de aeropuerto” que tenemos a veces) tratando de escudriñar a quien la sentaba mejor el vestido. Me “soplan” que el hecho de que dos de ellas no tomaran turrón ni mazapanes con el cava, fue porque ambas descubrieron a quien de las tres la sentaba mejor el vestido, y lógicamente, no eran ellas…
 

 
¿Por qué Ana estaba completamente satisfecha de la compra que realizó?
 
Pues por varios motivos. El primero fue que era la prenda que le gustaba y se sentía guapa con ella.
 
El segundo era que sabía que en esa tienda tenían su talla porque tenían el tallaje que pedían sus clientas, no el que decidía la tabla Excel de un ordenador en Hong Kong.
 
En tercer lugar, porque sabía que en el mundo que vivimos una de las cosas que más escasea (aparte de un Papa Noel que verdaderamente aparente serlo…y de cuñadas que sepan disimular cuando te miran a ver si te sienta bien el vestido) es tiempo para pasarlo con los nuestros. Ese era el mejor regalo de aquel día ¿verdad?.
 
 

 
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